Pues aquí estoy, Gara, investigadora para todo y detective frustrada, aceptando cualquier encargo para poder subsistir. En el último caso que me han encargado, intento conocer cuál es el peor juego de Martin Wallace, el prestigioso autor.
Desde hacía años había aumentado el número de casos relacionados con los juegos de mesa: la desaparición de Heroquest 40º Aniversario [NdA: no es una errata] había levantado una gran polvareda, y la búsqueda del último juego no party de Vlaada resultó del todo infructuosa.
Me acerco a la sede de El Dado Único, en Tenerife. Un edificio remodelado de tres plantas, con tejas rojas y chocantes cristaleras en todo el frente. En el hall de la entrada, estrecho y con moqueta blanca que desprende un tufo a plátano, me enfrento al administrativo que mientras habla por el telefonillo entretiene las manos enfundando cartas. Creo que es del juego 7th Continent, así que tiene para rato.
– Hola querida, tendrás que esperar un momento a que atienda la llamada. ¿Vienes por el anuncio?.
Antes de que pudiera contestar, sigue con el teléfonillo
– Sí, buscamos alguien que no la líe en las redes, que sea polémico pero no defienda lo indefendible. Sí. Sí. No. Es que Samu ya no puede llevar la cuenta de Twitter de El Dado Único después de lo que dijo el juez. Ya te digo, moreno… el Catán. ¡Quién se atreve! Bueno, te llamaremos para darte fecha para la entrevista. Encantado guapo.– Se gira hacia mí. – No parece que vengas a por la plaza de becario de Twitter. ¿Qué deseas?
– Me han dicho que aquí alguien sabe del peor juego del Sr. Wallace – dije sin titubear – Espero estar en lo cierto.
De repente, Repelente -el nombre se leía en su placa de identificación- esquiva la mirada y su actitud abierta gira hacia un tono más siniestro y cerrado, como aquel que guarda un secreto del que no se siente orgulloso. – No señorita Gara… No sé de qué habla.
Ha dicho mi nombre; me esperaban. Lo usaré en su contra o doy por perdido el caso.
– El Doctor. Él lo sabe. ¿Dónde está el Doctor?
– ¿El doctor quién? – dijo en voz baja Repelente.
– ¿El Doctor QUIÉN? – Le grité, intentando romper su escudo.
Whoooooooshing
De la nada y en mis propias narices apareció una cabina telefónica, vieja y ajada, de aquellas de toda la vida, mal pintada de azul. Un señor con pelo rizado y mirada alborotada sale apresurado del interior.
– ¡Si alguien pregunta por mí, no estoy!
Era mi única oportunidad.
– Doctor… Cheno, soy Gara y necesito saberlo. – Me miró mientras se alisaba torpemente las arrugas de la bata. – El juego de Wallace…¿es tan malo?.
Clavó la mirada en mi antes de decirme atribuladamente.
– Es más complicado que eso. Sígueme.
Lo seguí a la cabina. Ciertamente, ésta era más grande por dentro. Dentro cabían por lo menos 108 juegos apilados en estanterías Expedia de Ikea. Era fantástico. Y el doctor procedió a explicarme el posiblemente peor juego de Wallace: Dr. Who The Card Game.
— Reseña
En este juego de 2-4 jugadores y una duración de 30 a 60 minutos, se bajan cuatro tipo de cartas:
– Las cartas de lugar, que tienen un valor en puntos y quedan en tu espacio.
– Las cartas de defensores, protagonizadas por el Doctor y sus acompañantes, que se deben colocar sobre un terreno tuyo, boca abajo, para defenderlo.
– Las cartas de enemigos clásicos del universo Whovian, con los que intentaremos hacernos con los lugares rivales.
– Las cartas de soporte, con habilidades puntuales.
La curiosidad de la mecánica es el pseudo draft que hay que jugar. Siempre hay que tener en cuenta que al finalizar nuestro turno debemos pasarle tres cartas al jugador de nuestra derecha y, si nos sobran, quedarnos con una o dos en la reserva. Estos números cambian a dos jugadores.
Por tanto, en nuestro turno recibiremos cartas del jugador que va después nuestro, rellenamos del mazo y con la que nos hayamos podido quedar en mano. Con ello debemos bajar todo lo que podamos, conservando unas cuantas para pasarlas.
El juego finaliza cuando se acaba el mazo de cartas o alguien haya colocado los cinco marcadores de invadir territorios contrarios (daleks) o los de haber defendido los cinco territorios propios de ataque (tardis).
Sensaciones
El azar en este juego es terrible: las manos de cartas suelen arrastrar cartas poco interesantes, y hay defensores de valor 6 y otros de valor 1, sin compensación alguna. Pongamos que sacas una carta de defensa de valor 1 y otra de ataque de valor 3. El jugador anterior te deja dos cartas de soporte anodinas y un lugar extremadamente valioso. ¿Bajas el lugar valioso? Para defenderla tienes una triste carta de valor 1. Y con un ataque de valor tres pocas veces serás capaz de aguantar un lugar enemigo mucho tiempo.
Hay que añadir que es un juego difícil de explicar, incluso en mesa, para lo que realmente es. Luego fluye bien, pero para lo elegante que debería ser (BAJAR Y PASAR CARTAS) se torna en un juego lleno de preguntas continuas hasta que se asientan las bases. El juego se convierte en un tira y afloja, consistente en evitar que otros consigan poner sus cinco marcadores sobre la mesa. Sin embargo, al estar limitado por las cartas que te llegan, puedes sentir auténtica impotencia.
Martin Wallace sale de su entorno culodurista para hacer un juego de cartas sencillo y rápido. Sin embargo, lo que engendra es un juego terriblemente azaroso y nada elegante. Puede dar lugar a situaciones interesantes, como ir ganando y que otro consiga poner sus cuatro Daleks, originando una auténtica turba de movimientos del resto de jugadores para anular esa ventaja. Sin embargo, como algún sabio dijo, el azar de las cartas puede ser infinitamente peor que un dado. Y en este caso vaya si lo es.
Para terminar, el tema. El tema se resume en la fotografía de las cartas: los amigos son los buenos de la serie, los enemigos son los malos, y los lugares salen también. Fin. Para los fanáticos de las series puede ser suficiente, pero aquí no hay aventura que contar, y todos manejamos múltiples doctores y malos, con lo cual jamás se generará una narrativa.
Es un juego suspenso. Si no sabes de la serie, directamente MEGA suspendido. Puede ser que se creen situaciones con alguna tensión puntual y estimulante, pero todos conocemos miles de juegos que funcionan mejor que este.
El Doctor giró su mirada hacia mí, y con cierta melancolía entonó un triste final.
– Preferiría tirar dados sin ton ni son. De verdad. Quería que me gustara el juego. A mi pareja le fascina el Dr. Who, y yo era su doctor en la realidad. Pero igual que yo nunca seré David Tennant, este juego nunca será el 51 State.
Salí de la cabina con aire compungido. El Doctor Cheno me había contagiado su depresiva visión de los juegos licenciados. Es una pena que mi cliente fuese yo misma, y que también deseaba que me gustara el juego del Dr. Who. Además, ¡¡¡es aun peor saber que el Doctor Cheno tiene pareja!!!!.
¿Continuará?
